Semanas eternas, estrés, cansancio, cielos grises y millones de litros de café pueden amargar a cualquiera y es por eso que todos tendemos a hacer de vez en cuando una "escapadita" a algún sitio tranquilo y verde donde cargar pilas y respirar aire puro. Hoy yo os propongo un viaje corto pero intenso a Euskadi por el que pasaréis de ciudades centenarias a pueblos que son casi aldeas y todo ello rodeado de increíbles paisajes verdes de postal y acercándonos al mar Cantábrico vasco para poder decirle adiós al norte antes de volver a la capital.
¿A que suena bien? Pues es mejor aún...
¿A que suena bien? Pues es mejor aún...
Mi viaje comenzó el año pasado en Fitur (feria que os contamos en otros posts), cuando rellené una ficha para entrar en un concurso de la empresa Togetherto la cual sorteaba experiencias en casas rurales españolas. ¡Y yo tuve la suerte de ganar una! Después de eso ya sólo me faltaba el coche y el acompañante y, una vez los tuve, no me quedó más remedio que hacer la maleta y volver al norte que tanto me gusta a mí.
Bilbao se encontraba a penas a 40 minutos en coche de la casa rural y por ello no madrugamos mucho. La recorrimos a pie y disfrutamos sin prisas de su encanto, sacando fotos a todas sus calles y sus puentes. Comimos de pintxos por el centro y después aprovechamos la tarde para, con mucha tranquilidad, recorrer la rivera y llegar hasta el Museo Guggenheim al atardecer y disfrutar de los colores y la luz sobre el edificio. ¡Pero todo esto os lo contaré en mayor profundidad en otro post que escribiré en breve! Después volvimos pronto para poder descansar del palizón y coger fuerzas para el día siguiente que también sería movidito.
El domingo teníamos que visitar la zona, pero tampoco quisimos madrugar para aprovechar así y llevar un ritmo de vida más relajado. Bien entrada la mañana, nos acercamos al Castillo de Arteaga (que ahora es un hotel) y lo vimos desde fuera. Después tomamos un camino de tierra cercano y fuimos a visitar el Urdaibai Birdcenter, aprovechando para hacer un poco de turismo ornitológico que ahora está tan de moda. Miles de especies se reúnen en estas hermosas marismas de Urdaibai que rebosan vida por todas partes y son tan placenteras de observar y fotografiar.
Más tarde cogimos el coche y nos dirigimos al Cabo Ogoño y alrededores. Atravesando preciosos paisajes verdes formados por bosques de pinos y eucaliptos, fuimos subiendo por estrechas carreteras de montaña y pequeños pueblecitos de casas vascas apiñadas hasta encontrarnos de golpe con el mar Cantábrico oscuro y calmado. Paramos en el bonito pueblo pesquero de Elantxobe para aprovechar y pasar por su pequeño puerto así como hacer fotos de la costa recortada y de piedra de la zona. Más tarde seguimos nuestro camino y llegamos a Laga donde nos quedamos a comer, en un restaurante en primera línea de playa. Amplia y llena de surfistas, la playa estaba también llena de gente disfrutando del día soleado y nada propio del otoño que nos hizo. Después de comer no pudimos evitar pararnos a tomar el sol en la playa, disfrutando del romper de las olas y de la paz de la brisa marina antes de decidirnos a volver.
Sobre las 6-7 de la tarde emprendimos el camino de vuelta y llegamos a Madrid muertos pero contentos y planeando ya el próximo viaje.
Hablemos de números:
Para finalizar os doy unos datos breves de lo que me ha costado el viaje, para todos aquellos que como yo tienen muchos más planes que dinero.
-Alojamiento: en mi caso esto nos salió gratis, pero la habitación de la casa rural en la que nos alojamos rondaba los 50€ la noche.
-Desplazamiento: esto siempre depende del coche, pero nosotros no gastamos más de 60€ de gasolina.
-Comida: nosotros llevamos comida para las cenas y los desayunos y sólo fuimos a comer fuera. En Bilbao al ser de pintxos nos gastamos 8€ y comimos muy bien y en Laga comimos por menos de 20€ en un restaurante de la costa y a la carta.
Más tarde cogimos el coche y nos dirigimos al Cabo Ogoño y alrededores. Atravesando preciosos paisajes verdes formados por bosques de pinos y eucaliptos, fuimos subiendo por estrechas carreteras de montaña y pequeños pueblecitos de casas vascas apiñadas hasta encontrarnos de golpe con el mar Cantábrico oscuro y calmado. Paramos en el bonito pueblo pesquero de Elantxobe para aprovechar y pasar por su pequeño puerto así como hacer fotos de la costa recortada y de piedra de la zona. Más tarde seguimos nuestro camino y llegamos a Laga donde nos quedamos a comer, en un restaurante en primera línea de playa. Amplia y llena de surfistas, la playa estaba también llena de gente disfrutando del día soleado y nada propio del otoño que nos hizo. Después de comer no pudimos evitar pararnos a tomar el sol en la playa, disfrutando del romper de las olas y de la paz de la brisa marina antes de decidirnos a volver.
Sobre las 6-7 de la tarde emprendimos el camino de vuelta y llegamos a Madrid muertos pero contentos y planeando ya el próximo viaje.
Hablemos de números:
Para finalizar os doy unos datos breves de lo que me ha costado el viaje, para todos aquellos que como yo tienen muchos más planes que dinero.
-Alojamiento: en mi caso esto nos salió gratis, pero la habitación de la casa rural en la que nos alojamos rondaba los 50€ la noche.
-Desplazamiento: esto siempre depende del coche, pero nosotros no gastamos más de 60€ de gasolina.
-Comida: nosotros llevamos comida para las cenas y los desayunos y sólo fuimos a comer fuera. En Bilbao al ser de pintxos nos gastamos 8€ y comimos muy bien y en Laga comimos por menos de 20€ en un restaurante de la costa y a la carta.
¡Como veis el viaje sale baratísimo y sin quitarse de nada, por eso no puedo hacer más que recomendároslo! ¡Y espero que hayáis disfrutado con este post tanto como yo lo disfruté en su día viajando!
Ana Zamora
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