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Mercadillos de Navidad 2018: Elizabeth Arden, Galería del Coleccionista, Fundación Aladina, Pedro Durán Oulet... ¡ya están aquí!



Desde Adoronews.com os avisamos que ya están en el calendario los mercadillos de Navidad, donde Papá Noel o bien SS.MM los Reyes Magos de Oriente pueden inspirarse para elegir regalos de todo tipo. Nuestro consejo es que penséis siempre en la persona a la que vais a obsequiar... Muchas veces cometemos el error de decidirnos por un producto que nos encantaría recibir a nosotros, pero que tal vez no sea el más adecuado para la persona determinada. ¿Lo has pensado bien? Con las cosas bien claritas, te damos esta buena información:

Mercadillo de Elizabeth Arden New York

Si lo que buscas es maquillajes, perfumes, cosméticos, tratamientos de belleza... entonces no te pierdas el mercadillo de Elizabeth Arden New York, recuerda que sólo admite pago con tarjeta. Y no olvides que cierra bastante pronto, además ten en cuenta que puede tener una larga cola de acceso.







Mercadillo de la Galería del Coleccionista




Del exterior del edificio de Galería del Coleccionista, en la avenida de Manoteras cuelga ya el cartel que anuncia su mercadillo navideño. Un lugar donde comprar de todo: desde abrigos de piel y cazadoras, a sillones, pasando por figuras de Navidad, bolsos, bisutería, joyas, ropa de cama, menaje del hogar, vajillas, cristalerías... todo ello con grandes descuentos.




Fechas: Desde finales de noviembre y mes de diciembre, suele durar hasta Reyes (preguntar alli).
Dirección: Avenida Manoteras 50 -52. 28050 Madrid 

Horario: L-V:14-20 horas; S:11-15 horas y 16-20 horas

Mercadillo de la Fundación Aladina

Regalos, gastronomía, música, diversión y sobre todo mucha solidaridad. Estos son los ingredientes del mercadillo benéfico de la Fundación Aladina que se celebra este fin de semana en el Palacio de Neptuno de Madrid. Más de 50 puestos de todo tipo se darán cita en esta undécima edición con un montón de gangas y objetos donados a precios ‘low-cost’. El mercadillo contará una vez más con los gastrotalleres infantiles que organiza la firma AEG, del Grupo Electrolux y cuya recaudación íntegra será destinada a los programas que desarrolla Aladina. Días: 1 y 2 de diciembre.



Pedro Durán Oulet 2018

Venta de saldos y restos de colecciones, plata firmada. Anillos, collares, colgantes, cadenas, pulseras, marcos, joyería, bolígrafos, relojes... Este ha sido ya, pero lo incluimos en nuestro listado porque las fechas se repiten año tras año... suele caer durante el puente de la Almudena, para que lo recuerdes. Después hacen otro antes del día de la Madre. 










Feliz Navidad, Feliz Papá Noel... y Felices Reyes. (Mientras tanto: tendréis que portaros bien, que ya llegan)

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Teria Yabar Colección Primavera Verano 2019: elegante y alegre



En Adoronews.com hemos acudido a la "maison" Teria Yabar para echar un vistazo  a su nueva Colección, para la próxima primavera-verano, mágica y llena de color. ¡Cómo nos gusta todo lo que hemos visto en su Open Day!

Elegante y exquisita la mesa en la que ha cuidado, hasta el último detalle. El tejido, un animal print, rompedor, a juego incluso con el de la tapicería de las sillas. candelabros, velas, un gran jarrón central. Realmente impresionante.





Los colores son los grandes protagonistas, y hablan por sí mismos en la Colección Primavera Verano 2019 de Teria Yabar. El amarillo se impone alegre y vital, el rojo transporta a un mundo de pasión y vitalidad, el verde ilusiona y armoniza, el violeta mágico, encanta, el animal sigue presente y se reinventa con su print.







Los tejidos se liberan, etéreos y vaporosos tanto en vestidos largos como en pantalaones y faldas. Las americanas se despoja de sus clásicos forros.


Adoración Rodríguez, directora de Adoronews.com, con Teria Yabar, que luce una preciosa falda en animal print.




Otros tejidos se ciñen al cuerpo realzando la feminidad de la mujer, siempre el centro del mundo TY.




Esta temporada los complementos se aligeran, incorporando a sus inconfundible e irrenunciables cristales, coloridas resinas e hilos de seda.









La Colección TERIA YABAR Primavera-Verano 2019 es mágica y energizante, para una mujer que no pasará desapercibida, como ella... muy, muy Teria.









Saber más:



En 2013 Teria Yabar abrió su primera boutique en Madrid. A día de hoy cuenta con una red de 25 tiendas, entre propias y franquicias, en España (A Coruña • Alicante • Almería • Bilbao • Burgos • Castellón • Córdoba • Gandía • Gijón • Granada • Las Palmas • León • Madrid • Málaga • Marbella • Oviedo • Pamplona • Salamanca • San Sebastián • Santander • Sevilla • Treviso • Valencia • Valladolid • Vigo • Vitoria • Zaragoza ).

Más información:  www.teriayabar.com

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Finaliza el proyecto Ecofribra.es: Guasinei, un ejemplo de éxito


Ecofibra.es es el proyecto de la Asociación Vida Sana, llevado a cabo durante un año, para impulsar el sector textil a partir de fibras naturales de producción local, en cada uno de sus eslabones: desde la producción de la fibra, hasta la venta de moda sostenible. Es un proyecto que se ha desarrollado dentro del Programa Empleaverde de la Fundación Biodiversidad, del Ministerio para la Transición Ecológica y cofinanciado por Fondo Social Europeo. Se ha dirigido a autónomos, emprendedores o trabajadores de empresas que trabajan o quieren trabajar en el sector textil sostenible tanto de Andalucía como de Cataluña.

A lo largo de este año las personas interesadas han podido asistir a las diferentes acciones que ofrecía el proyecto: formación presencial, formación a distancia y asesoramiento personalizado.

Guasinei es uno de los proyectos textiles que se ha beneficiado de Ecofibra.es. Javier, Miguel y María son tres jóvenes de Sevilla con la idea de poner en marcha una marca de moda sostenible.

Guasinei es una marca de ropa unisex fabricada en Sevilla, concretamente confeccionada en la central de moda ética Occhiena, que trabaja para el empoderamiento femenino con las mujeres del polígono Sur. Está producida con un textil de calidad (algodón 100%, corcho y otros textiles naturales), con energías renovables, serigrafía artesanal con tintas de base agua que no dañan el medio ambiente, packaging reciclable y, lo más importante, presenta un diseño innovador, actual, fresco y de calidad.


Los tres asistieron al primer curso presencial que se impartió en Sevilla en marzo. “Nos encantó comprobar que los asistentes de nuestra ciudad también compartían el mismo descontento hacia la industria textil actual y se encontraban en proceso de creación de nuevas iniciativas de producción y consumo textil como el nuestro” nos explican.

Destacan la importancia de las redes de intercambio de conocimientos que se desarrollan en este tipo de proyectos: “Contar con diferentes perfiles dentro de la industria textil dentro del profesorado nos hizo comprender la complejidad de cada eslabón que existe dentro de esta cadena de producción y lo amplio que puede llegar a ser trabajar con este producto” y añaden “fue importante la networking que tejimos que hasta día de hoy sigue dándonos sus frutos”.

Un total de 90 personas, de las cuales un 70% son mujeres, ha participado en las diferentes acciones del proyecto.

Para más información:

www.ecofibra.es

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La vie en rose, homenaje al color rosa, en el Museo del Traje madrileño




El Museo del Traje ha inaugurado la exposición La Vie en rose : 16 de noviembre de 2018 - 3 de marzo de 2019, un homenaje a uno de los colores más controvertidos de la historia: el rosa. El  jueves 15 de noviembre se presentaba esta exposición, dedicada al color rosa y su presencia en la historia e indumentaria. ¿Qué interesante no? A mi es un color que me encanta... Y saber algo más de su historia en la moda me produce gran curiosidad. Las piezas que aquí podremos ver ocupan diferentes momentos en la historia de nuestra moda y los tejidos. El recorrido expositivo muestra las múltiples tonalidades de rosa a través de los periodos en los que han sido más utilizadas.

El color rosa y la amplia familia de rosados, desde el pastel al fucsia, desde el nácar al frambuesa, son los protagonistas de La vie en rose, una exposición temporal que profundiza en los aspectos técnicos y simbólicos asociados al uso de este color en la cultura occidental, especialmente a través de la moda. Partiendo de la colección del Museo del Traje, que ofrece innumerables ejemplos de utilización del rosa en el textil y la indumentaria, desde el siglo XVIII hasta la actualidad, así como de amplias muestras de la cultura material española, de los carteles publicitarios a los útiles de cocina, se ha establecido un discurso expositivo que se completa con piezas custodiadas por otros museos e instituciones culturales como el Museo Nacional de Artes Decorativas, el Museo Arqueológico Nacional, el Museo Automovilístico y de la Moda de Málaga, el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, además de colecciones privadas como la de Antoni de Montpalau o Lorenzo Caprile.


A lo largo de la exposición se muestran las múltiples tonalidades de rosa a través de los periodos en los que han sido más utilizadas, aquellos en los que las técnicas tintóreas permitieron su aparición o en los que sencillamente se difundieron como moda, profundizando en la “moda rosa”, que comienza en el siglo XVIII y adquiere distintos significados con el correr de los tiempos, hasta alcanzar una heterodoxa simbología en el mundo contemporáneo.  La vie en rose, presenta prendas históricas y de diseñadores como Mariano Fortuny y Madrazo, Jean Dessés, Givenchy, Elio Berhnayer, Balenciaga, Manolo Blahnik, Loewe, Hanae Mori, Francis Montesinos, Martin Margiela, Antonio Alvarado, Jesús del Pozo, Lorenzo Caprile, o Emilio Pucci.

Bata rococó. Ca. 1770.

Partiendo del Rococó, y dentro del “gusto francés” protagonizado por Madame de Pompadour y la reina María Antonieta, la moda de Versalles se extendió por todo el mundo y, con ella, toda una sinfonía de tonos del rosa se usaba para ambos géneros.


Casaca. Ca. 1775-1785 © Museo del Traje




Con el fin del Rococó, y durante el Neoclasicismo, que se materializa con la Revolución Francesa, los colores pastel son sustituidos por los bien definidos rojos pompeyanos, influencia de los descubrimientos de Pompeya y Herculano unas décadas antes.

Vestido Imperio. Ca. 1810. © Museo del Traje




Al llegar al Romanticismo, el hombre burgués trabajador se desprende del color en su atuendo, y reduce su uso a los chalecos o corbatas. Aunque el rosa no es aún un color asociado estrictamente a lo femenino, es muy solicitado para vestir a los “ángeles del hogar”, y se convierte en el traje de la sumisión de la mujer obediente -sobredecorado con lazos, encajes y otros adornos- y radicalmente opuesta a la versión femenina del Rococó, protagonista de su destino. En 1856, William Henry Perkin consigue el primer tinte químico para el violeta, y a partir de ese momento surgirán multitud de nuevas tonalidades del rosa.


Traje de baile. Ca. 1870. © Museo del Traje.




A mediados del siglo XIX se consolida el llamado “traje de luces” para los toreros, que usan con frecuencia el color rosa en las distintas piezas que lo componen (chaqueta, chaleco, calzón, medias y faja) y se emplea como un color ajeno a las connotaciones que lo pudieran asociar al mundo masculino o femenino. Aunque en la actualidad en el traje de luces se emplean todos los colores, las medias y el capote de brega son, en la mayoría de los casos, rosas.

Traje goyesco © Museo del Traje.




A lo largo del siglo XX, las connotaciones del rosa y su significado van cambiando, y se empiezan a asociarse al pensamiento “blando”, al sentimentalismo y a lo lúdico; se extiende así por primera vez la lectura peyorativa de su significado. Pero, mientras el régimen nazi se hacía eco de esa nueva interpretación marcando a los homosexuales recluidos en los campos de concentración con un triángulo rosa, Elsa Schiaparelli llevaba a la moda el “shocking pink”, con el que comienza la historia del rosa como color provocador. Ya en la década de los años 50, Dior, Balenciaga y la mayoría de los creadores de la alta costura exploraban el color, que en manos de Marilyn Monroe o Jayne Mansfield adquiría la dimensión erótica que se intensificará en las décadas siguientes.

Túnica. Balenciaga París. Ca. 1955 – 1968 © Museo del Traje.




La década de los sesenta, es considerada la del triunfo del color en la moda, invadida por los gustos juveniles. Entre los nuevos colores que llegan a través de la influencia de los tonos acrílicos, el rosa va a destacar tanto en la alta moda como en el naciente contexto del consumo de masas. En 1963, el Vogue americano dedicaba veinte páginas a la tendencia, mientras los grandes diseñadores, de Balenciaga a Chanel, de Yves Saint Laurent a Courrèges, se hacían eco de la misma, al mismo tiempo en el que nacía el rosa “comercial”, recurrente en la imagen de los productos dirigidos a mujer, especialmente todos aquellos relacionados con la belleza. Con el desencanto posmoderno llega la revisión de la historia y la búsqueda de nuevos significados en la moda. El movimiento punk, articulado estéticamente por Vivienne Westwood, así como el camp y el kistch, recogen las interpretaciones más agresivas del color para usarlo como parte de un lenguaje reivindicativo que rompe con la noción de buen gusto. El rosa aglutina en el último tramo del siglo XX un potencial simbólico más rico que en ningún otro momento de su historia, y llega a ser posiblemente el color que más ha evolucionado en su significación social. De la candidez de los vestidos e interiorismos en rosas suaves, se pasa al predominio del rosa chicle, el fucsia, el fluorescente…

A partir de la década de los ochenta, se populariza la revisión de los conceptos de masculinidad y feminidad que venía acometiéndose en el plano teórico desde inicios del siglo XX. En la actualidad, uno de los tópicos asociados a lo femenino, la predilección de la mujer por el color rosa se cuestiona, en un contexto más abierto a la divergencia

La vie en rose muestra cien piezas de la colección del Museo del Traje, junto a otras cedidas por museos, instituciones y coleccionistas particulares.  


Vestido “Teresa Cabarrús”. Jesús del Pozo. Ca. 2006 © Museo del Traje.




Datos:



  • LA VIE EN ROSE 16 de noviembre 2018 – 3 de marzo 2019 
  • Museo del Traje. Sala exposiciones temporales. Planta baja. 
  • Avenida Juan de Herrera, 2  Madrid
  • Entrada gratuita


Ver la vida de color de rosa, think pink, la vie en rose…






El color rosa ha adquirido en el mundo moderno un simbolismo muy marcado que en las últimas décadas se ha enriquecido con signicados diversos. Aunque se trata de uno de los pocos colores que no ha merecido estudios especícos en la literatura cientíca, su presencia en las artes y en la moda occidentales tiene una gran relevancia. Como color de la encarnación, resultado del encuentro de la sangre con la piel blanca de la raza caucásica, aparece constantemente en el arte gurativo. Como símbolo de lo delicado, de la energía benévola o de la infancia, ha sido utilizado con frecuencia en la indumentaria y las artes decorativas. A partir del siglo XVIII, se extiende su influencia y se diversican sus signicados. Hoy, en pleno cuestionamiento de los roles de género tradicionales, el rosa tiene un gran protagonismo por su asociación a lo femenino, a las niñas o a la homosexualidad. Una mirada a su historia puede arrojar luz sobre la polémica que envuelve a un color que ha sido siempre el más positivo de toda la paleta cromática, y que solo en las décadas recientes ha adquirido una dimensión peyorativa que tiene que ver con la mirada patriarcal que sigue imponiendo sus valores en nuestra sociedad.

Historia de un color

El color rosa se obtiene mezclando el rojo con el blanco o diluyendo el rojo con agua. En Europa se empleaban para conseguirlo diversas especies animales, sobre todo el quermes (kermes vermilio), así como familias de Porphyrophora, incluyendo cochinillas de Armenia y Polonia. No obstante, como estos procedimientos resultaban demasiado costosos, en los entornos más populares se teñía con rubia, cultivada a gran escala. Con la llegada de los españoles a América y el descubri - miento de la cochinilla mejicana, se consiguieron rojos más vivos y luminosos y, por extensión, también los rosas alcanzaron los tonos tan intensos de los que dan buena muestra algunos tejidos en los cuadros de Veláz - quez. En la búsqueda de nuevas tonalidades se investi - garon las posibilidades que aportaban los minerales al mundo del color, ya bien entrado el siglo XVIII. No será hasta 1856 cuando se elabore el primer tinte químico, con el subsiguiente abaratamiento en el por entonces exclusivo mundo de la tintorería.

En esta vitrina se recogen distintas obras artísticas en las que el rosa es el protagonista. En la Antigüedad, el rosa se conseguía combinando tierras rojas con yeso, ocre de liquencus o de moluscos, heces de vino, cinabrio o bermellón, minio, purpurissum (púrpura de Tiro) o rúbrica (un tipo de arcilla procedente de Arme - nia). También se utilizaban para las clases menos acomodadas pétalos de rosa y amapola. El color rosa era muy valorado tanto por su atractivo como por constituir el reflejo de una buena salud. En la Edad Media se empleaba para los libros miniados utilizando las mismas técnicas que en la pintura al temple, con la dificultad añadida del soporte flexible del pergamino. Con rosa se pintaba el cielo con la esperanza del amanecer, así como se representaban metafóricamente los espacios asociados a lo milagroso. El valor simbólico religioso persiste en la Edad Moderna, pero durante el período rococó el rosa se extiende como color de moda. A lo largo de los siglos XIX y XX, con la evolución de las industrias tintóreas, aparecen nuevas gamas de rosa, al tiempo que su significación se transforma.

ROCOCÓ: ROSA PARA TODOS

El siglo XVIII se presenta como una sinfonía de color para ambos géneros. Los mismos tejidos, con similares decoraciones e idénticos colores se empleaban en la indumentaria de hombres, mujeres y niños. Los tejidos bizarros que protagonizan las primeras décadas del siglo reflejan los colores de la naturaleza, con un rosa vivo, luminoso y trepidante. Avanzado el siglo la paleta cambia, y se imponen los colores pasteles del Rococó. Los progresos de la tintorería permitieron obtener mezclas de colores claros, matizados, que armonizaban con los demás objetos de la vida cotidiana. De entre esta paleta rococó destaca el nuevo verde celadón y el rosa claro, que combinados protagonizaron los tejidos de este período. El estilo francés, protagonizado por la reina María Antonieta y, antes, por Madame de Pompadour, se extendió por todo el mundo: se hablaba así de “gusto francés”. La llegada de los Borbones a España propició la instalación de la moda de Versalles y la popularización del rosa.

Casaca s. XVIII, 1770 – 1785.




NEOCLASICISMO: LA VUELTA DEL ROSA CLÁSICO

El descubrimiento de Herculano en 1738 y de Pompeya en 1748 vive la fascinación por el mundo clásico y la recuperación de sus colores. Las pinturas de la casa de los Misterios de Livia en Pompeya inspirarán la paleta a imitar. El Neoclasicismo se materializa con la Revolución Francesa y, frente al rosa pastel aristocrático del período rococó, se instala un nuevo tono recuperado de la Antigüedad, con el que se identificará a la burguesía y su propia estética revolucionaria. El siglo XVIII, tan rico en matices, se despide con un cambio cromático radical: los colores pasteles son sustituidos por los bien definidos rojos pompeyanos, el azul noche, los marrones terrosos y un nuevo rosa, más oscuro y con irisaciones azuladas. Se utiliza el rosa neoclásico tanto en trajes monocromos enriquecidos con bordados eruditos para hombres, como en vestidos camisa, en una cenefa en el bajo, combinando diferentes tonalidades del rosa.

Vestido Imperio, ca. 1810.

Conjunto medias y zapatos neoclásicos-rococó, ca. 1740.




LA IGLESIA TAMBIÉN DE ROSA 

Llama la atención que frente a la austeridad cromática de los trajes litúrgicos de otras religiones, la iglesia católica presente en esta época una indumentaria tan rica en color como en el uso de metales preciosos. Además, en el siglo XVIII, no se diferencia la indumentaria religiosa de la civil ni por color ni por los motivos decorativos, por lo que no es sorprendente que también los clérigos vistieran de rosa en las celebraciones litúrgicas. Del uso se pasa a la simbología, y el otorgado al color rosa termina asociándose a la obediencia, a la esperanza y a lo masculino menos agresivo y más espiritual. Su uso ceremonial se reserva al tercer domingo de Adviento. En esta indumentaria litúrgica se pueden apreciar los diferentes tonos del rosa, obtenidos primero con tintes naturales y más tarde con tintes químicos. No obstante, para prendas especiales se seguirán empleando las más ricas sedas teñidas con los tintes naturales más selectos.

Casulla, 1851-1900.




EL ROSA DEL ROMANTICISMO

El hombre burgués trabajador se desprende del color en su atuendo, y reduce su uso a los chalecos o corbatas, aunque el rosa no es aún un color asociado estrictamente a lo femenino. No obstante, la mujer encabeza su papel protagonista en la moda y el decoro la rodeará de colores pastel. El rosa será muy solicitado para vestir a los “ángeles del hogar” auspiciados por la moda, en un tono dulce, claro, amable. En realidad, se trata del traje de la sumisión de la mujer obediente -sobredecorado con lazos, encajes y otros adornos- y radicalmente opuesta a la versión femenina del Rococó, protagonista de su destino. En 1856, William Henry Perkin consigue el primer tinte químico para el violeta, y a partir de ese momento surgirán multitud de nuevas tonalidades del rosa, bautizadas como cereza, rosado, rosa suave, rosa acentuado, ciruela, rosa desvaído, palo de rosa, etc., así como un tono muy demandado: el “rosa rubor de doncella”.

Chaleco, 1840-1850.




LA SUERTE DEL ROSA

Cuando se asienta el llamado “traje de luces”, mediado el XIX, para los toreros está de moda el color rosa. Por ello no nos debe extrañar que se utilizara para teñir las distintas piezas que componen dicho traje: chaqueta, chaleco, calzón, medias y faja. El rosa se emplea como un color ajeno a las connotaciones que lo pudieran asociar al mundo masculino o femenino. Es cierto que en el traje de luces se emplean todos los colores; sin embargo las medias son siempre rosas y el capote de brega, también. Este capote tiene una cara rosa o haz, asociado a la buena suerte, clase y nobleza del torero; la otra cara o envés, que suele ser amarilla, por contraposición, se la relaciona con la mala suerte. Sobre la arena se vivirá un momento de dicotomía inherente al mundo del toro: la suerte o la desgracia, que no debe olvidar el torero. Triunfo y fracaso, vida o muerte.

Traje goyesco.




EL POLISÓN Y LOS NUEVOS ROSAS SINTÉTICOS

En la Belle Époque la indumentaria femenina recorre toda la gama de colores aportados por la industria que, al aplicarla a los nuevos materiales, enriquece la paleta de la moda, muy influida por el espíritu optimista de la época. A finales del siglo XIX, las mujeres mayores de 30 años abandonaban los colores brillantes por los tonos pastel, entre los que destacaba el uso del palo de rosa o el rosa desvaído. Esta situación cambiará después de la primera década del nuevo siglo: las damas, independientemente de su edad, vestirán todos los colores y, en el caso concreto del rosa, se verá un aumento de su intensidad, con tonos ciruela, cereza, rosa real o rosa heces de vino. Esta euforia cromática se frustrará con el comienzo de la Primera Guerra Mundial. Habrá que esperar a los renovados años veinte para que el rosa, combinado con el brillo de los cristales, vuelva a ocupar su puesto en la moda.

Abanico, 1890-1914.




FORTUNY: PINTANDO ROSAS

Fortuny encuentra en el rosa un color con el que recorrer la historia del textil. De los rosas orientales a los del XVIII francés, es capaz de conseguir la tonalidad protagonista de cada período o cultura. Sabemos de su predilección por el rosa conseguido a través de la cochinilla que, originaria de Méjico, se producía en Canarias. Pero, además sabemos que, según análisis recientes de los colores que utilizaba, también experimentaba con rojos y rosas químicos que mezclaba de manera artesanal para conseguir tonos que solo él empleaba. Hacia 1910 los ballets rusos llegan a París cargados de orientalismo, con llamativos colores, algunos chillones, que le sirven al artista para bucear en los tonos rosas del pasado y del presente, donde la herencia histórica se fusiona con el esteticismo del pintor en busca de matices y efectos lumínicos que definen sus tejidos.

SHOCKING PINK!

Durante el período de entreguerras, la percepción del color rosa comienza a cambiar. El abandono del rojo en los uniformes militares con la I Gran Guerra y la asociación de ese color con la Revolución Rusa y la ideología comunista suponen también una nueva consideración hacia el rosa -siempre vinculado de alguna manera al rojo-, que empieza a asociarse al pensamiento “blando”. En un contexto en el que toman forma los hábitos propios de la sociedad de consumo, en especial en lo relativo a la organización del ocio, el “pensamiento rosa” se vincula al sentimentalismo y a lo lúdico; se extiende así por primera vez la lectura peyorativa de su significado. Mientras el régimen nazi se hacía eco de esa nueva interpretación marcando a los homosexuales recluidos en los campos de concentración con un triángulo rosa, Elsa Schiaparelli llevaba a la moda el “shocking pink”, con el que comienza la historia del rosa como color provocador.

LA FEMINIDAD ROSA. LOS AÑOS 50 

En 1953, Dwight Eisenhower fue investido presidente de los Estados Unidos de América. En la fiesta que siguió a la investidura, su esposa Mamie lució un diseño de Nettie Rosenstein de seda rosa y, a partir de entonces, la primera dama lideró una tendencia según la cual el rosa era el color más adecuado para subrayar la feminidad. La exitosa película Funny face (1957), protagonizada por Audrey Hepburn y ambientada en el mundo de la moda, afianza el nuevo estereotipo con la escena musical en la que se canta el tema titulado ¡Piensa en rosa. Mientras tanto, Dior, Balenciaga y la mayoría de los creadores de la alta costura exploraban el color, que en manos de Marilyn Monroe o Jayne Mansfield adquiría la dimensión erótica que se intensificará en las décadas siguientes. En otro sentido, el entonces vicepresidente Richard Nixon reforzó la vinculación del color a lo político, dirigiendo su discurso anticomunista contra los “pinkos”.

ROSA PARA TODOS LOS GUSTOS

La década de los sesenta podría ser considerada la del triunfo del color en la moda, invadida por los gustos juveniles. Entre los nuevos colores, que llegan a través de la influencia de los tonos acrílicos, el rosa va a destacar tanto en la alta moda como en el naciente contexto del consumo de masas. En 1963, el Vogue americano dedicaba veinte páginas a la tendencia, mientras los grandes diseñadores, de Balenciaga a Chanel, de Yves Saint Laurent a Courrèges, se hacían eco de la misma. Pero, al mismo tiempo, la difusión (del plástico), que en origen se fabricaba habitualmente en rosa por motivos técnicos, y la de la cultura psicodélica generan (sujetos: la difusión del plástico y la de la cultura psicodélica) un nuevo medio que explota las tonalidades más intensas del color. Nace el rosa “comercial”, válido para modas urbanas de todo sesgo y recurrente en la imagen de los productos dirigidos a mujer, especialmente todos aquellos relacionados con la belleza.

Túnica, ca. 1950, Balenciaga.




EL ROSA SUBVERSIVO LA INTERPRETACIÓN POSMODERNA 

Con el desencanto posmoderno llegan la ironía, la revisión de la historia y la búsqueda de nuevos significados que la moda, la publicidad y el marketing explotan en coherencia con las expectativas de una sociedad mercantilizada. La asociación del rosa a lo barato y lo frívolo parece afianzarse, al igual que su relación con la sensualidad y lo erótico. El movimiento punk, articulado estéticamente por Vivienne Westwood, así como el camp y el kistch, recogen las interpretaciones más agresivas del color para usarlo como parte de un lenguaje reivindicativo que rompe con la noción de buen gusto. El rosa aglutina en el último tramo del siglo XX un potencial simbólico más rico que en ningún otro momento de su historia, y llega a ser posiblemente el color que más ha evolucionado en su significación social. De la candidez de los vestidos e interiorismos en rosas suaves, se pasa al predominio del rosa chicle, el fucsia, el fluorescente…

MÁS ALLÁ DEL GÉNERO 

A partir de la década de los ochenta, se populariza la revisión los conceptos de masculinidad y feminidad que venía acometiéndose en el plano teórico desde inicios del siglo XX. Uno de los tópicos asociados a lo femenino, la predilección de la mujer por el color rosa, hoy se cuestiona, en un contexto más abierto a la divergencia. Los preppies de los ochenta, los metrosexuales de los noventa y las estrellas del pop, desde Bowie a Pharrell Williams, incorporan el rosa al guardarropa del hombre sin prejuicios. Al hilo de sus múltiples significados, muchos diseñadores se han valido del rosa como leit motive de sus colecciones (Margiela o Rei Kawakubo, desde su posición de diseñadores de vanguardia, han lanzado colecciones íntegramente concebidas en ese color), mientras que artistas plásticos o cineastas han explotado su expresividad en relación con el cuerpo, el sexo y el género, caso de Eduardo Casanova en su película Pieles (2017).


Zapato, Manolo Blahnik.




¿EL COLOR DE LA NIÑAS? 

Tradicionalmente, los bebés y niños pequeños han vestido de blanco. Hasta el siglo XIX, las técnicas tintóreas eran caras y los colores se desvaían con facilidad, motivo por el que vestir a los niños con ropa teñida fue símbolo de riqueza. El rosa y el azul celeste empiezan a usarse indistintamente para ambos sexos, a menudo considerándose más varonil el primero. A principios del siglo XX, ambas tendencias convivían, pero a partir de los cincuenta la feminización del rosa supuso su adscripción al universo de las niñas. A medida que las estrategias de marketing y su poder performativo han avanzado, este vínculo entre color y género en la infancia se ha radicalizado y ha alcanzado el paroxismo en la imaginería visual de los productos para niñas. Por desgracia, hoy se asume la relación rosa/niña como algo natural, cuando en realidad se trata de una técnica publicitaria de reciente desarrollo que radicaliza la polarización de los modelos masculinos y femeninos y su asociación con los roles tradicionales de género.

Traje pantalón infantil, 1851-1871.




FICHA TÉCNICA


  • Organizan Ministerio de Cultura y Deporte y Museo del Traje 
  • Comisariado Juan Gutiérrez y Lucina Llorente 
  • INFORMACIÓN PRÁCTICA 
  • Museo del Traje.CIPE 
  • Avenida Juan de Herrera, 2 28040 Madrid 
  • Web: http://museodeltraje.mcu.es 
  • Horario Martes a sábado, de 09:30 a 19:00 horas 
  • Domingos y festivos, de 10:00 a 15:00 horas Lunes: cerrado 
  • Cómo llegar Autobuses: 46, 82, 83, 132, 133, G Metro: Moncloa (Líneas 3 y 6) y Ciudad Universitaria (Línea 6) 
  • Entrada gratuita a las exposiciones temporales
  • Tel.: 910 505 596 



Fotografías: © Museo del Traje




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